I. El Caudillo de Castelar.
Carlos Pistelli
♦ 29 julio, 2020
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No era bajo, tampoco era alto, aunque jugó al basquetball de joven. Era rosista, como todo hombre que se precie de bien. Un bigotón adornaba su cara enjuta y entrada en años. Canoso, con cabellera a lo stalin; orejudo y perdidamente ronco. Estaba afiliado al partido pero se pasaba las tardes en el sindicato, donde le tributaban respeto y admiración. Bebía café y fumaba con frecuencia, anque bebía con moderación. Y a quien no le conocía, y preguntaba quién era que gozaba de tanta predicación, se le contestaba siempre lo mismo: ¡Él! El caudillo de Castelar.

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El Caudillo escucha.