Un Presidente fuera del PODER.
Como aquel Luis Saenz Peña de finales de siglo XIX o el más cercano terrible recuerdo de Fernando De La Rúa, el presidente Fernández ha quedado fue a de las decisiones de un gobierno que preside. Lobbysta y Monje gris de aquel gobierno de Nestor que, en la retina de sus seguidores, fue magia pura, el Presidente ha mostrado que el cargo nunca le fue cómodo.
Desde aquel triunfo en agosto ’19, en que la paliza a McCree daba a entender el fin de un ciclo. Y aún cuando como casi cuasi Presidente electo salvó la corrida postelectoral, Alberto nunca dio en la Tecla. La propia Cristina se lo reprocharia meses después. «Muchos compañeros dicen que él hizo mal en decir lo del dólar a tanto, para que así la bomba le estallará a los otros». Pero, claro, una cosa así no iba a estallarle a Mauricio. Iba a estallarle al páis y a su sociedad, nosotros todos. Nimiedades que la vicepresidenta no contempla.
Pero Alberto vio caer su gobierno tras el episodio Vicentin. Sus dudas al respecto, y, fundamentalmente, las distintas visiones de la Coalición de gobierno al respecto, hicieron mella en su credibilidad. Hasta entonces, tío Alberto conduciendo la Pandemia, era brillante. Desde entonces todo fue Barranca bajo. Aunque con un llamado de atención interesante.
El episodio Vicentin estalla un martes por la tarde. El viejo lobbysta porteño no previo su mayor virtud política: el genio operador. Aquel martes antecedia a un miércoles por la mañana, en el cual Rodriguez Latreta denunciaba al gobierno de McCree por espiar lo, y descubrirlo, in fraganti con una chica que motivó la separación de su esposa de años. Comidilla para los medios, viejas operetas del Alberto de Nestor. Ni eso, supo hacer bien. Y llama la atención.
Todos hoy esperamos del multifacético Sergio Tomas lo que queda de gobierno. Y con Sergio Tomas, nada puede preverse. El que se aburre en Argentina, pierde.
- Publicado en: opinion historica
La pregunta inconclusa es la de si alguna vez tuvo el poder… Yo tengo mis dudas. Para mí, el gran error de Alberto no estuvo en la gestión sino en la aceptación de ser candidato renunciando de antemano al ejercicio de la presidencia y dejando en manos de Cristina la acción de oro que implica vetar cualquier política o personas. La experiencia de Alberto muestra una vez más que no puede separarse el cargo del poder que implica el cargo. Cuando un cargo que es unipersonal se colegia no revela una pluralidad de ejercicios para el presidente sino más bien una limitación burda. Sin lugar a dudas la falla es de Alberto pero también. De nuestro sistema presidencial que en la práctica se revela vicepresidencial
Su comentario completa mi brillante análisis. 😝