Carlos Pistelli

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Juan Bautista Bustos, caudillo del Federalismo.

bustos

Nacido el 29 de agosto de 1779 en Punilla, el militar y político Juan Bautista Bustos fue un patriota vinculado a Cornelio Saavedra en los albores de Mayo, y luego uno de los principales caudillos federalistas enfrentado al Puerto de Buenos Aires y su fiel representante, Bernardino Rivadavia. Falleció en Santa Fe un 18 de setiembre de 1830.

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Vida de Bustos,

Combatiente en las invasiones inglesas, fue ascendido a teniente coronel en el Batallón de Arribeños, donde compartió cuarteles con José León Domínguez, Rafael Hortiguera, Francisco Ortíz de Ocampo, Mariano Maza, y el gran Martín Miguel de Güemes. Bustos vota por la cesación del virrey el 22 de Mayo siguiendo la línea patriota Castelli-Saavedra. Convertido en un capitán del saavedrismo, le toca presidir el Tribunal de Seguridad Pública, a ejemplo de los existentes en la Rev. Francesa, y juzgar la campaña del gral. Belgrano en Paraguay. Con la caída de don Cornelius, Bustos pasó a un oscuro segundo plano.

Se mantuvo como un comerciante afincado en Buenos Aires hasta que la primera caída de Rivadavia (1812) le brindó una segunda oportunidad militar. Fue destinado al Ejército del Norte, donde corriendo el tiempo se convirtió en la figura principal de la tropa, luego del propio Belgrano. El Ejército del Norte había abandonado su posición de recuperar el Alto Perú de los realistas y destinaba su tiempo en reprimir conatos federales por el país. Al propio Bustos le tocó fusilar a Juan F. Borges, el artiguista santiagüeño, y enfrentar al propio Estanislao López, luego un gran amigo suyo, en sendas campañas del verano de 1818-1819. Finalmente, con motivo de la guerra de Cepeda (1820) las tropas del Norte debieron converger sobre los anarquistas (López y Francisco Ramírez, lugartenientes de Artigas). Dije debieron, porque, justamente, en Arequito, posta de la Nación, como la llamó Fermín Chávez, Bustos, José Ma. Paz, Alejandro Heredia y Felipe Ibarra se amotinaron y volvieron grupas a sus provincias antes de enfrentar a los caudillos. De allí deriva, la «anarquía del año XX».

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Los Caudillos (1820)

             La suerte de Artigas estaba echada hacía rato aunque el Blandengue Heroico combata hasta el final. Abandonado por los suyos, debió internarse en el Paraguay. Quedaban sus secuaces defendiendo su legado, grande eso sí: Los Caudillos de la Nación:

 La mayoría de ellos provenían de las mejores familias de la región, aunque los hubo quiénes llegaron al gobierno mediante la fortaleza que les daban sus montoneras. O llegaban al poder sostenidos por la estructura económica de las familias tradicionales, pactando con el mejor jefe militar del territorio. O el jefe de las milicias populares terminaba imponiendo su nombre con el beneplácito de los de arriba. Pero gobernarían para los de abajo.

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Si no estuvieron preparados doctrinariamente para gobernar su provincia, se rodearon de “doctorcitos” que les hicieran las veces de ayudantes fundamentales. En el Litoral, donde la ganadería era buena para competir con Buenos Aires, generaron políticas educativas populares que hicieron caer de bruces al propio Sarmiento. En el interior, las montoneras, como garantes del orden, permitían el desenvolvimiento cultural de la sociedad.

La fortaleza de su estructura estaba en las montoneras. Gauchos de a caballo, mal vestidos y mejor armados, que sentían la Patria del mejor modo posible: peleándola. Ejércitos que hacían de las guerras de guerrilla su modo de vida y que necesitaban del combate para vivir. Como milicia policial de la provincia, contenían a los revoltosos y la avanzada del malón, y solían participar de la política mundana apoyando a su líder, el “caudillo”, o justamente para reemplazarlo. Se movieron política y sentimentalmente por el cariño que los acercaba a la tierra donde vivían, y por eso confrontaban con el país alineado en las fauces imperialistas que los ideólogos unitarios quisieron imponer en el país.

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 Los hubo de muchas especies: Se destacaron los que surgían del seno de la aristocracia para defender sus intereses mezclándose con la “chusma”: casos Rozas o Urquiza; Y los que héroes en las guerras de la Independencia se las agarraron contra los politólogos de la capital provincial endulzados con el poder porteño: Estanislao López, Bautista Bustos o Felipe Ibarra. Facundo Quiroga reunía tras sí ambos componentes, y por eso se explica la extensión nacional de su figura. Todos ellos buscaron en su momento, a su manera y nacionalmente, unirnos cuando Buenos Aires procuraba hacernos desaparecer. Les faltó la capacidad y la estructura que reunía la provincia bonaerense. Con Manuel Dorrego, los doctrinarios y federales puros tuvieron su oportunidad; Con Juan Manuel de Rozas, la realidad gaucha se impuso en el territorio argentino.

 Los federales, como se los llamaría corriendo el tiempo, creían en el país que vivían y se desangraban por él; ¿Quién no amaría a su Patria cuándo se sabe que el Poder nos vende a un precio gratis? La pelearon con las ganas de los genuinos demócratas que eran: Tanto les molestaría a los escribientes y realizadores del significado de “Nación y Patria”, que uno de ellos, indignado por que los caudillos eran más, se exilará del país, escribiendo en su buen francés: “Las ideas no se degüellan”, Pero a los hombres, sí: Por eso, cuando volvió al país de su largo exilio, se dedicó a asesinar a todos aquellos que estuvieran frente suyo, en su ideal de Patria: Encontrarán a este polémico personaje, en el actual billete de 50 pesos;

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Bustos y Paz.

    Vueltos a Córdoba, qué falso compromiso esgrimió el famoso manco Paz para decir que Bustos le birló el Gobierno? En esos momentos, Paz pertenecía a los reductos artiguistas ilustrados, mientras Bustos tenía partido propio y no necesariamente «federal». Los episodios cruciales del año XX lo reposicionaron, como fiel representante del americanismo sanmartiniano y del milenario enfrentamiento del País contra el Puerto de Bs. As. Por ocasiones varias Bustos intentó constituir un Congreso nacional para establecer un Gobierno Central y Federal, y apoyar a San Martín en el fin de su campaña libertadora. La oposición de Rivadavia de sus planes, dejó a ambos crudamente enfrentados. Se podría decir, sin riesgo de equivocarnos, Bustos fue el único de todos los caudillos que se mantuvo intransigente total a Buenos Aires. Ésa, ha sido la norma de trayectoria que lo convirtió en el Jefe del Federalismo.

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Bustos y Rivadavia.

   Bustos aceptó la invitación bonaerense para la realización de un Congreso sito en la ciudad-puerto. De ella surge la famosa Ley Fundamental, que depositaba en los caudillos provinciales, un acuerdo político final de instituirse una Constitución escrita. Pero el regreso de Rivadavia de su famoso viaje a Europa trastocó los tantos. El Congreso, por instigación del cordobés Elías Bedoya, enfrentado a Bustos, desautorizó la reelección del mandatario cordobés. El Caudillo quedó enfrentado al Congreso, arrastrando la opinión de las provincias «de adentro». ¿Hubo un acuerdo entre el propio Bustos, Felipe Ibarra (gdor. de Santiago) y el caudillo de La Rioja, Facundo Quiroga, para que Manuel Dorrego sostuviera una alianza continental con el Liberador Simón Bolívar (entonces en el Alto Perú), para conformar un Frente Hispanoamericano contra el Imperio Brasileño en la guerra que se avecinaba por la Banda Oriental? Todo indica que sí.

El enfrentamiento con Rivadavia recrudeció en Febrero de 1826, cuando el Congreso duplicó sus congresales ilícitamente. Acto seguido, Bedoya presentó el proyecto de Ley Presidencial, resultando electo el propio Bernardino Rivadavia. Bustos lo calificó de ‘Presidente de la ciudad de Buenos Aires’. El Presidente envió a reclutar fuerzas militares al valiente y temerario tucumano Juan Gregorio Aráoz de La Madrid, quien aprovechó las fuerzas para dar un golpe y hacerse con el poder de su provincia. Auxiliado por un famoso contingente de colombianos mercenarios comandados por el no menos famoso por sus crueldades «matute», de allí provienen los epítetos «Salvajes Unitarios». La meteórica estrella de Facundo Quiroga surge de la campaña en la cual derrota a La Madrid en la Ciudadela. Es el momento donde Bustos declina su liderato en el riojano más famoso de la historia argenta.

 

Rivadavia, embravecido y calumniado por sus desastres, renunció a su presidencia. La provincia de Buenos Aires, desaparecida en su gobierno, resurgió y escogió a Dorrego, el federal del momento, su gobernador.

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Bustos y Dorrego.

    El federalismo argentino nacido de las entrañas mismas de la Patria poco tenía que ver con el federalismo de los Estados Unidos pese a tener su mismo nombre. Representaba en la Argentina la vocación democrática de los pueblos, intuición popular más que una doctrina al estilo Hamilton.  Lo foráneo era foráneo en aquellos tiempos. Lo nativo era nativo. Digo nativo porque en aquellos tiempos la palabra nacionalista no tenía los ribetes del hoy. La escuela de la Independencia había dejado países independientes entre sí pero generadores de una solidaridad continental. Los primeros en abandonar tal hermandad serían los argentinos. Pero eso sucedería después de Pavón.

            Era la hora de los caudillos. Era la hora de las mayorías. Dos grandes figuras se disputarían la jefatura del federalismo y por ende la organización institucional: Dorrego y Bustos. Con el primero, federal doctrinario y estudioso de Hamilton irían los orilleros de Buenos Aires, las provincias del litoral y los hacendados de la campaña bonaerense con Rosas a la cabeza. Detrás del segundo se encumbraban las provincias del interior, con su puntal fundamental: Juan Facundo Quiroga. Pronto se comprendería que los fundamentos políticos unían a Bustos y Quiroga con Rozas mientras Estanislao López y Dorrego entraban en un federalismo continuador de Artigas. Los razonamientos económicos dividirían las aguas y serían los forjadores de las disidencias posteriores en la guerra civil.

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  Bustos quedó enfrentado a Dorrego por el tema de la Convención de Santa Fe, que el cordobéspretendía fuera Constituyente. El debate entre los líderes del federalismo se truncó con la caída y muerte del Gobernador Bonaerense en Navarro. La guerra por vengar la muerte injusta volvió a encender las enconadas pasiones argentinas.

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Bustos y Paz, segunda parte.

  El brindis entre los victoriosos generales de la guerra con el Brasil dispone que Paz marche sobre Bustos. Éste, que no lo esperaba, propició un encuentro en Yocsina. Acordaron un llamado a elecciones libres. Pero el ‘manco’ atacó a traición a Bustos en San Roque, birlándole el gobierno. El depuesto buscó el concurso de Quiroga y de resultas se dieron las dos grandes batallas de Paz con Quiroga: Tablada y Oncativo.

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La Tablada.

 El general Paz ha formado alianza con el tucumano Javier López e intenta entrar en tratativas con los caudillos del litoral. Pero Quiroga viene a desquitar a Bustos. Facundo remonta cinco mil hombres. Paz apenas cuenta con la mitad. Libran combate el 22 y 23 de junio en las afueras de la ciudad de Córdoba. El manco consiguió dividir las tropas del riojano que quedó deshecho el 22. Relajado Paz con el triunfo, se sorprende al día siguiente viendo al “Tigre de los Llanos” nuevamente en pie. A pesar de todo su coraje, Quiroga no pudo vencerlo. El gran genio táctico de Paz se impuso a la impetuosidad de las montoneras. Habría tiempo de una revancha.

 Huyendo de la batalla, Bustos resulta muy malherido al caer de su caballo, provocándose traumatismo de torax. Refugiado en la ciudad de Santa Fe, bajo el amparo de su amigazo Estanislao López, siguió rosqueando en función del federalismo. Pero las heridas lo mantuvieron postrado y aquejado tiempo largo. El 18 de septiembre de 1830, finalmente falleció, sin poder volver a la provincia que amó como ninguno. Sus restos, lamentablemente, se perdieron en los avatares de la vida argentina. En 2001 se encontraron restos óseos en la iglesia de Santo Domingo de Santa Fe. No quedaron resultados concretos de los mismos. Algunos suponen que es el mismo Bustos; Otros opinan que son los restos de Patricio Cullen, un dirigente liberal de los tiempos de Oroño, muerto en un levantamiento de 1878 contra el caudillo autonomista Simón de Iriondo. 

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Bustos, valor histórico.

  La grandeza histórica de Juan Bautista Bustos surge de las calles de Buenos Aires. Bustos, López y Ramírez, son los únicos actores de la historia argentina que no tienen ningún reconocimiento de calle, plaza, avenida, estación de subte, biblioteca, etc. en la ciudad-puerto. Si ud. busca en la página de Felipe Pigna, tampoco encontrará las biografías de los tres caudillos, pero sí la de FRANKLIN DELANO ROOSEVELT (?!)

Ciento ochenta y tres años de su muerte, y el porteñaje sigue negándole reconocimiento, a uno de sus más enconados adversarios.

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Salve, Bustos, Caudillo, del Federalismo.

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